sábado, 4 de agosto de 2012

Desierto

     Yo apenas lo escuchaba. Al irse me dio unos golpecitos en el hombro.
     —Los años cambian a la gente de manera muy distinta. No sé qué pasó entre ella y tú. Pero, fuera lo que fuese, no es culpa tuya. En mayor o menor medida, todos tenemos experiencias parecidas. También yo. No te estoy mintiendo. También pasé por algo similar. Pero no hay nada que hacer. La vida de alguien es, al fin y al cabo, su vida. Tú no puedes responsabilizarte de la vida de los demás. Este mundo es como el desierto y todos tenemos que hacernos a la idea. ¿Viste en primaria aquella película de Walt Disney titulada The Living Desert?
     —Sí.
     —Pues es lo mismo. Este mundo es igual. Si llueve, las plantas florecen; si no llueve, se secan. Los insectos son devorados por las lagartijas; y las lagartijas, por los pájaros. Pero, en definitiva, todos acaban muriendo. Y, después de muertos, se secan. Cuando una generación muere, la sucede la siguiente. Es así. Hay muchas  maneras de vivir. Hay muchas maneras de morir. Pero eso no tiene ninguna importancia. Al final, sólo queda el desierto. El desierto es lo único que vive de verdad.

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